Siempre me ha costados salir del sueño y volver a la realidad cotidiana.
No siempre es igual, depende si la realidad es agradable, no conflictivao por supuesto del estado de salud de mis seres queridos y el mío propio.
Doy por hecho que en mayor o menor medida cualquier ser humano
siente mas o menos algo parecido.
No sabría distinguir si el sueño de un niño es igual al de un joven, al de un adulto o al que experimenta una persona mayor o incluso un anciano.
De niño me costaba despertar para ir a la escuela, supongo que ahoraa los bebes les pasará lo mismo cuando les despiertan temprano parasacarles de casa y llevarles a la guardería.
Veo a los niños pequeños que empiezan a sufrir el colegio demasiado temprano.
Cuando fui joven, adulto, y finalmente persona mayor sigo experimentandomi falta de buen humor por las mañanas. Necesito al menos media horapara tomar conciencia de mi realidad actual y asumir justo lo que hay enel momento, malo, bueno o regular.
Imagino lo que puede experimentar una persona cuya vida ha cambiadoabsolutamente de un momento para otro.
La falta de la persona amada, la perdida de un hijo, una enfermedad
devastadora, un accidente que le obliga a estar postrado en la cama o enuna silla de ruedas de por vida.
No obstante conozco personas muy próximas que se despiertan radiantes,felices, con ganas de hablar, dando gracias por estar vivos y enfrentado la realidad con fuerza y coraje bajo cualquier circunstancia.
A estas personas las admiro absolutamente y siempre he deseado estardotado de ese don.
Don de vida, de optimismo, de vivir justo el momento sin pensar en
nada más y plantearse el seguir vivos como el mejor regalo que el serhumano puede tener.
Desearía ser así, no pensar en futuro o pasado, simplemente vivir el
momento, afrontar la situación que toca, los años que se tienen, la
salud endeble que padecemos, y recordar con cariño a los seres amadosque ya no están con nosotros.
gatufo